sábado, 8 de noviembre de 2014

De doctores y tacaños

Querido diario:

El gran día que parecía que nunca llegaría siempre termina llegando. El pasado martes por fin Rubén tuvo que defender su tesis. Los días antes había ensayado delante del espejo el como hablar, y delante de mi. Su tutor estaba convencido de que era una tesis buena y que no habría ningún problema.

Y ahí estaba él delante de los doctores, con sus diapositivas presentadas en el proyector listo para hablar de modelos matemáticos que describen el comportamiento de la corteza terrestre cuando el presidente del tribunal les dijo que tenía que presentarla en alemán porque aunque había asegurado los días previos que la podría presentar en inglés había un miembro del tribunal que no se apañaba con el inglés.

Y ahí estaba él, golpeándose contra la barrera de la vergüenza, con lo poco que le gustaba hablar en público, vestido con un traje con el que se siente ridículo y menos en un idioma extranjero que aún está lejos de dominar, aunque afortunadamente se apaña bien con el vocabulario de su área de especialidad.

Le pedí al tutor si me permitía ejercer de intérprete y le pidió permiso al presidente del tribunal. El presidente se enfadó y me dijo que eso no estaba previsto y que la esposa de un doctorando no puede ser intérprete de su marido. En esa me cabreé y que puedo ser intérprete de quien yo desee porque para eso tengo título de Intérprete Jurado de alemán que está firmado por el Ministerio de Asuntos exteriores de España, con acuerdo con el Instituto Goethe y que por tanto él estaba insultando a ambas instituciones y dejando quedar mal a la universidad y a su departamento con una mala planificación impropia de alemanes.

El tutor de Rubén le dijo al presidente que estaba insultando a su alumno y a él mismo como tutor y que para entender un modelo matemático no es cuestión de saber alemán o inglés sino de saber matemáticas, y que estaban allí para hablar de geofísica.

Finalmente Rubén presentó su tesis en inglés y actué como intérprete para el doctor que sólo lee inglés pero que no lo entiende y que no está dispuesto a leer las proyecciones. Con el retraso inicial y las preguntas que le hicieron a Rubén para pillar nos retrasamos una hora y media de más sobre lo previsto. Quedó claro que mi cariñín había hecho un trabajo excelente y que uno de los doctores además de no saber inglés tampoco sabía tantas matemáticas como debería.

El otro  alumno que presentaba su tesis a continuación estaba bastante cabreado porque le tocó empezar dos horas tarde y los doctores tenían prisa porque era tarde y tenían hambre. 

El tutor de Rubén nos ha dicho extraoficialmente que ha obtenido un notable a pesar de todo, que si no se hubieran cabreado el presidente y otro de los doctores hubiera tenido un sobresaliente. Aunque las notas aún no están publicadas.

El viernes nos llamó el director del departamento de geofísica para felicitar a Rubén personalmente por su magnífico trabajo y me felicitó a mi por ser una excelente intérprete. Le dije en un tono distendido al excelentísimo doctor que no se es excelente por tener una tesis summa cum laude y que no es obligatorio ser completamente bilingüe y mucho menos políglota y que algunos doctores dan asco como persona, tanto aquí en aquí en Alemania como en España. Que si se salen de sus tópicos de cabeza cuadrada retrogados  verán que ni los españoles somos una vagos inútiles ni los alemanes están tan bien preparados y que por lo general hablan un inglés de pena. El mundo cambia y los alemanes por lo general se afanan en no querer cambiar nada y que cuando se den cuenta serán un vasallo económico de Francia, Inglaterra o más probablemente Rusia, India o China. También le dije que el reconocimiento no se agradece invitando a comer al recién doctorado, se le agradece con una plaza. Si el trabajo del recién doctorado le gusta y encaja en el departamento se le contrata. 

Nos dejó bien claro que el no es que no quiera contratar a Rubén, que es cosa de presupuestos, de autorizaciones, que en plena época de austeridad es imposible... le dije que muy bien, que si su univerisidad no invertía en capital intelectual, es decir, ayuda a que aflore el talento de los estudiantes pero no es capaz de retenerlo más que con promesas los buenos se irán a otro sitio a investigar y crear y que el día que menos se lo esperase una potencia extranjera invadiría Alemania en una guerra relámpago. Seguramente una empresa multinacional o un conglomerado corporativo como Alemania invadió media Francia en dos semanas, ya que tendrían tecnología que hoy sólo podemos imaginar y que los alumnos actuales ya tienen en la cabeza, desde armas láser de todos los tamaños imaginables a cañones magnéticos que inmovilizan vehículos y flotas o que desintegran soldados.

También le pedí que mirase como está España hoy y si quiere que Alemania camine en la misma dirección. Pareció no gustarle mucho lo que le dije, porque al fin y al cabo normalmente uno no invita a alguien a comer a su casa para que le diga lo que piensa de su país, sus compatriotas y el mismo, pero creí conveniente el decirle que tenía que hacer autocrítica y que alguien que se doctoró hace treinta años en un país que ya no existe y se ha dedicado a temas burocráticos puede estar completamente obsoleto.

El lunes volaremos a Madrid de vuelta. Comienza una nueva etapa en nuestras vidas.