Allí estaba yo en la biblioteca. Sentada delante de mis apuntes de alemán. El aire acondicionado de la biblioteca no funciona. El chico sentado frente a mi está acalorado. Se palpa tensión en el ambiente. El piensa que soy extranjera y piensa que no entiendo castellano. Anteriormente había estado hablando con su amigo sobre como me queda de ceñido el pantalón. Me mira descaradamente. Esta excitado.
Aunque queda poca tarde la biblioteca está llena de gente. Abrirá todo la noche. Es época de exámenes. Apoyo mi mi codo izquierdo sobre la mesa y sujeto mi cabeza que mira al cuaderno. Juego con mi cabello rubio. Paso una página. Acaricio de nuevo mi cabello. Tengo calor. Me despego la blusa del pecho. Miro con disimulo la reacción del chico sentado frente a mi. A la derecha tiene sentado otro estudiante que no se percata de lo que sucede. La persona que está sentada a mi izquierda también está muy ocupada en sus estudios.
Tengo una idea. Bajo mi mano debajo de la mesa acariciando mi cuerpo mientras le miro de reojo. Está excitado. Continuo deslizando mi mano por mi pierna. Me despojo de mi zapato derecho. Despacio muevo el pie hacia adelante. Se encuentra con su espinilla. Me mira sorprendido y va a decir algo. Acerco mi dedo índice a mis labios y le hago un gesto para que guarde silencio.
Deslizo mi pie suavemente acariciando su espinilla. Lo bajo hasta sus tobillos. Introduzco mi pie desnudo por debajo de la pernera de su pantalón, palpando primero el calcetín de hilo y después su piel hasta donde me deja subir su pantalón. Bajo de nuevo mi pie y acaricio su pierna por encima de su pantalón. Rozo la parte interior de su muslo hasta llegar a los testículos. Están duros. Estiro un poco más la pierna. Sopeso con cuidado el bulto que tengo bajo mi pie. Masajeo su pene suavemente con la planta. Procuro hacerlo despacio. Le miro a los ojos. Mi mano derecha acaricia la cara interior de mi muslo. Una manos temblorosas asen mi pie y lo acarician. Lo guían por el buen camino. La excitación es mutua. Los dedos de una de mis manos se esconden debajo de mi pantalón. Los de la otra mano bailan hasta desabrochar un botón de mi blusa.
Ayudada por sus manos ahora firmes acaricio sus genitales con mi pie. Estoy acalorada. Si no paro ahora tendré que ponerme a gemir. No quiero gemir. Se que su compañero está senado en la otra mesa. Mira hacia nosotros. No me importa. Muerdo mi labio inferior, pero dejo que mis dedos continúen explorando por debajo de pantalón en busca de la cueva mágica. Basta. Es demasiado. No aguanto más. Mi improvisado compañero de juegos eróticos tampoco aguanta más. Se le escapan algunos gemidos. Se acerca el bibliotecario que viene de cerrar el mostrador de préstamo. Mira directamente a mi cmpañero. Se imagina que hace cion la cabeza hechada hacia atrás y las dos manso en la entrepierna. Retiro el pie y saco mi mano. La sesión de estudio ha terminado. Me pongo mi zapato con disimulo, recojo el cuaderno y la carpeta y abandono el lugar.
martes, 3 de junio de 2008
Una tarde de biblioteca subida de tono (conclusión)
Trata sobre: biblioteca, erótico
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2 comentarios:
Como ex trabajador de la biblioteca de mi universidad, no puedo dejar de sorprenderme ante un planteamiento digno de peli erótica.
No sé en qué biblioteca se supone que estabas, pero en ninguna de las que conozco sería posible llegar con el pie a tocar los genitales de la persona que se siente delante de tu mesa (a no ser que midas 2 metros o más). Añadiría también que, todos los trabajadores de la biblioteca se hubieran percatado de la situación, y más si se supone que estás tan buena y provocativa como nos pintas.
Todas las mujeres que van a las bibliotecas a lucirse, están fichadas y controladas por el personal. Especialmente masculino.
Entonces qué, cuanta parte de ficción hay en el relato? :)
¡¡¿¿Sigues yendo a la biblioteca??!! ¿A qué biblioteca vas?
Aunque sea ya de hace unos meses, necesito decírtelo: Cómo mola la entrada que has puesto.
Por cierto que yo SÍ creo completamente viable lo que cuentas... Yo también soy un tímido mirón, yo también me he puesto a estudiar delante de bonitos escotes que frente a lo que se pueda pensar ayudan a estudiar más de lo que distraen en algún momento. Un bonito escote y una cara bonita despiertan más que un café doble, y tampoco se pierde mucho tiempo, que una miradita de vez en cuando lleva poco tiempo y, al fin al cabo, los tímidos mirones no somos capaces de mirar con mucho descaro.
En muchas de las bibliotecas las mesas son pequeñas y se llegaría perfectamente con el pie.
Si alguna quiere probarlo, yo puedo decirle a la biblioteca que voy ;-)
¡Viva Sarita y vivan las chicas guapas en la biblioteca!
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