El texto que sigue a continuación lo escribí en a la vuelta de Semana Santa, que la pasé de vacaciones en Suiza uno de mis mejores amigos del internado.
Hoy ha sido un día relativamente normal. Parece que a la gente ya se ha aburrido de contar historias de la Semana Santa, aunque yo no he podido presumir porque se supone que estaba mala. Si, lo sé. Es una mentira. Pero no todas las mentiras son malas. Más bien ha sido una mentirijilla. No me gusta decirlas. Es más, me siento incómoda cuando digo alguna. Siendo sinceros puedo decir que me he escaqueado un día del trabajo, peor no soy la única.
Misteriosamente hay gente que sistemáticamente se pone enferma el día que se tiene que incorporar a trabajar, o el día antes de irse de vacaciones, o cosas así. De esta manera empalman puentes y días de fiesta que es una barbaridad. Después de haber trabajado con varios "profesionales de las vacaciones" he aprendido de ellos, aunque no tengo lo que hay que tener para hacer de esta práctica un modo de vida como ellos. Claro, que he aprovechado mi coartada de estudiante para librarme de algunas horas de esclavitud, quiero decir trabajo infrapagado que supone ser becaria en algo relacionado con mis estudios.
Mi empresa prefiere decir que tiene a una becaria en prácticas de formación en lugar de decir que tiene a una estudiante sin contrato por una paga a la que no se le puede denominar sueldo. Menos mal que tengo algo de dinero ahorrado y una fuente de financiación alternativa, que si bien no es muy periódica al menos existe.
Lo de mi empresa también es una mentirijilla, porque nadie se cree lo que dice una empresa de sus becarios, ni que cuando la gente se pone enferma en días estratégicos estén realmente enfermos, ni que los Reyes Magos existan o el ratoncito Pérez te deje dinero cuando se te cae un diente. Son cosas que se dicen pero que nadie cree. Todos sabemos que son mentira, pero que comparado con las grandes mentiras no lo parecen tanto.
Mis padres se han preocupado de darme una buena educación, eso si, católica. Me han enseñado que mentir es un pecado mortal. A pesar de eso he llegado a la conclusión de que quien no suelta de vez en cuando una mentirijilla es un idiota que no merece vivir. Eso si, hay que saber mentir y saber cuando mentir. Si ganas algo mintiendo puede merecer la pena. Si no merece la pena mejor no mentir.
Hay mentirijillas que merecen la pena y mentirijillas que no. Como en todos los aspectos de la vida es necesario poner en una balanza lo que se gana con la mentirijilla, las consecuencias de no mentir y las de mentir, tanto en el caso de ser descubierto como en el caso de salir impune. En la teoría es muy fácil, solo que en ocasiones las mentirijillas son esas cosas que dices sin pensar, por salir del paso, y porque no te pillen en un renuncio las tapas con otras mentirijillas y al final todo es una gran mentira.
Hay vienen las dobles y a veces incluso las triples vidas. Ese no es el plan, las mentirijillas de una en una. Hay que fijarse un tamaño máximo y una cantidad simultanea máxima de mentirijillas para tener las cosas dentro de alguna medida, porque como el rascar todo es empezar. Y eso que me siento mal cuando cuanto alguna, así que imagino como será el caso de otras personas con menos remordimientos.
En resumen, la suma del tamaño de todas las mentiras en un momento dado de tiempo no debe exceder un límite y además no debemos exceder cierta cantidad de mentiras. Digamos que hay mentiras de un punto, mentiras de dos y de tres y mentiras de cinco puntos. Yo me he puesto nunca más de cinco mentiras y no más de nueve puntos. Y a ser posible nunca una mentira de cinco puntos.
Aunque a efectos prácticos las mentiras de un punto no merecen la pena. Son aquellas que contamos para ser más atractivos a ojos de los demás, más interesantes que se descubren siempre por motivos triviales y encima quedas como una gran mentirosa. Claro, si mientes por nimiedades porque no mentir por otras cosas. Así que las mentiras de un punto descartadas. En cuanto a las de dos y a las de tres solo si son imprescindibles, si las posibilidades de que sean descubiertas es prácticamente nula y siempre para no hacer daño a los demás.
Bueno, creo que basta de mentirijillas por hoy. No voy a prometer ser buena (porque eso sería otra mentirijilla y ahora mismo estoy con el cupo cubierto) pero prometo no ser innecesariamente mala.
Y este ha sido el texto. Como me gusta mucho como me quedó quería compartirlo.
Un saludo.
miércoles, 11 de junio de 2008
Mentirijillas
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3 comentarios:
Hola:
"... he llegado a la conclusión de que quien no suelta de vez en cuando una mentirijilla es un idiota que no merece vivir". Gracias por hacerme reír (en el buen sentido).
Claro, mujer; no mentir es imposible (incluso para un católico :) De todas formas, podemos engañar a todo el mundo (al menos por un tiempo), pero no podemos engañarnos a nosotros mismos. De hecho, el mayor damnificado por la mentira es quien miente, pues pierde el respeto y la confianza en sí mismo al no sentirse capaz de mostrarse tal cual es (y, por supuesto, esta pérdida es mayor cuanto mayor es la "puntuación" :) de la mentira).
En lo que concierne al texto en sí, creo que deberías repasarlo para eliminar algunas faltas ortográficas, mejorar la sintaxis de ciertas frases y, en general, hacerlo menos confuso (no te diría esto si no deseara que te convirtieses en una excelente traductora).
Saludos y gracias por admitir mis comentarios.
Todos mentimos, creo que es parte ese gran desconocido que tenemos dentro del craneo.
Además las mentiras piadosas no cuentan.
Hola guapa. Bueno me he pasado por aqui por casualidad, y me ha encantado. Yo soy nuevo en esto, y la verdad no lo domino muy bien ( la verdad es que nada d nada jeje) haber si nos ponemos en contacto. mUakA
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