jueves, 1 de diciembre de 2011

¿La puerta número uno, la puerta número dos, o la puerta número tres? Mejor apagar la televisión

Durante las elecciones estaba fuera de España. Tranquilo, que sin votar no me he quedado, porque como viajo tanto he sido previsora y solicité mi voto por correo. ¿A quén he votado? Eso no te lo voy a contar ni a ti, querido diario. Por una parte tenía la opinión dividida. Sé que quienes estaban en el gobierno no se merecen gobernar, por otra parte son los mismos que han permitido que mi patrimonio se duplique en menos de dos años, que son los partidos A y B.

A y B tienen una base de votantes bastante grande, y luego un número de votantes que vota a A si A está en el gobierno y cree que la situación es buena y a B si cree que la situación es mala y son quienes en cada comicio dan las elecciones alternativamente a A o a B, sin ser más críticos que eso. Por lo menos no son siempre los que votan a A o a B siempre al mismo. Se consideran inteligentes por cambiar su voto. Consideran que su voto es útil, cuando si se examina la situación siempre es cosa de la acción conjunta de A y B. Por eso he probado a cambiar y no he votado a A y tampoco he votado a B. Hay muchos que no se han sumado al cambio, pero aunque B ha ganado con mayoría absoluta lo ha hecho con menos votos con los que gobernó A por mayoría simple. Sospecho que eso es causa de que la gente está cabreada con A, pero algunos de esos que han retirado su voto a A no han votado a B y por lo menos es el comienzo de algo.

Ahora si el presentador me pregunta si prefiero lo que hay detrás de la puerta número uno, de la puerta número  tres prefiero elegir la puerta del estudio y marcharme a otro lugar. Porque en la vida existen más opciones que elegir A o B, especialmente cuando sabes que te vas a encontrar detrás de la puerta. Te puedes equivocar, pero será un error del que se aprende algo.