sábado, 24 de agosto de 2013

Continuando con mi vida

Querido diario. Sé que te tengo muy abandonado. Tengo muchas cosas que contar, pero la falta de ganas me ha tenido apartada de tus páginas. Continúo viviendo en Berlín y Rubén ha vuelto de las costas de Noruega, aunque se hizo esperar, porque sorprendentemente le ampliaron el contrato dos meses más, ya que una de las exploraciones que planificó él fue exitosa y encontraron un nuevo yacimiento petrolífero que parece bastante abundante, por lo que además le pagaron una bonificación. En cualquier caso ya está de vuelta en casa.

Durante su ausencia he hecho muchas cosas. Por una parte he ido y vuelto varias veces de España para atender mis negocios. He ampliado la imprenta para que sea una empresa de artes gráficas más completa. He contratado a un diseñador gráfico y además ya he recuperado todo el dinero que invertí para pargar las deudas que tenía el negocio cuando lo adquirí. Mi regocijo es tal que he dado una bonificación a los empleados, por los excelentes resultados obtenidos. En realidad el negocio no iba mal antes, sólo necesitaba clientes y una pequeña renovación. Los clientes vinieron cuando les les llamé haciéndoles ofertas interesantes. Es curioso, desde niña había tenido interés en el mundo editorial y ahora que tengo contactos y sé como funciona toda la cadena editorial no me atrae lo más mínimo este mundo de mezquinos intermediarios que maquetan con plantilla y publican con los pies. Vale, también hacen corrección y esas cosas, pero no se nota. Si quieres vender libros necesitas a un editor bueno (léase caro) y punto. El te pone en el escaparate de las librerías. Las imprentas somos sus fulanas baratas, aunque con la cantidad de ellas que han cerrado somos un poco menos baratas y listo.

Por otra parte estuve conspirando para conseguirle a Rubén una plaza de doctorado en una universidad alemana. Me gusto mucho eso de hacer uso de influencias, tirando de los hilos para que unos influencien a otros y conseguir el efecto deseado. Y sí, llamaron a Rubén para una entrevista con el decano de una facultad de ciencias para comenzar en setiembre unos estudios de doctorado. Pero no fue por influencia mía, fue por una solicitud que el mismo presentó, así que invertí tiempo para nada, aunque por otra parte si le hubieran llamado para ofrecerle una plaza (o para hacer unas pruebas de acceso) por mediación mía sin que hubiera sido que por casualidad leyeran su LinkedIn o hubiera presentado él su candidatura se hubiera cabreado por meterme donde no me llaman. Él quiere hacer un doctorado, pero no quiere que le consiga otro la plaza. Quiere que sea porque de verdad su candidatura interesa. Si hubiera querido presentarse a la universidad en la que yo tengo algunos contactos él mismo la hubiera presentado. Al fin y al cabo tiene a mano a una intérprete jurada que le traduce y le sella todos los documentos necesarios.

Con respecto a mi familia las cosas van bien, es decir, no se hablan conmigo, ni interés tengo. Desde que vendí la casa que heredé de la abuela a una famosa estella de cine no me hablan. Por otra parte que las iniciales de mi tío y las de mi padre aparezcan (a veces unas y a veces otras) en unos documentos en los que se recogen supuestos donativos ilegales a un partido tampoco ayuda a que tenga interés en relacionarme con ellos. Ya comenté una vez que no tenía el menor interés en coincidir con mi padre en ningún negocio. Si el compraba acciones de una empresa yo no las compro, nunca. Y al revés. Si el las vende me mantengo alejada de las mismas. No sé como hace sus negocios, pero sé que clase de persona es y no quiero tener nada en común con él, especialmente que tenga que ver con dinero.

Ahora que sale a colación el tema de los negocios de mi padre hay un periodista (o alguien que utiliza su nombre) que se ha puesto en contacto conmigo para preguntarme por el asunto de mi padre y presuntos pagos ilegales, pero como no he podido verificar su identidad no le he dicho nada, aunque si la hubiera podido verificar le hubiera dicho que no estoy al tanto de sus negocios. Y es que es verdad. Estudié la secundaria en el extranjero. A esa edad ya tenía idea o capacidad de saber de quienes eran sus socios, al menos los amigos de la familia que tenían negocios en común con mi padre, pero como estaba fuera no me enteraba de nada. Después me fui a vivir por mi cuenta, por lo que no sé nada al respecto. Algo me llegó de refilón, pero siempre he hecho esfuerzos por mantenerme totalmente al margen y enterarme de cuanto menos mejor.

En materia laboral no me va mal. Estoy dirigiendo un gran proyecto de traducción de un videojuego  triple A que va a ser lanzado próximamente con las consolas de nueva generación, aunque ya la tenemos casi terminada. Cuando finalice este proyecto me tendré que buscar otra ocupación.

Hay más cosas, pero no me apetece escribir más.

¡Hasta luego diario!