domingo, 22 de diciembre de 2013

Me ha adoptado una familia

Querido diario:


He vuelto a olvidarte durante una temporada pero no me lo tengas en cuenta, ya sabes que soy así. Nunca te prometí serte fiel, ni cambiarte por un modelo más nuevo, ni compartir mis gozos contigo, pero sabes que siempre acudo a ti cuando alguna cosa me abruma o atenaza, que afortunadamente no es mucho.

Haciendo un repaso de mi vida reciente aquí estoy, viviendo en Berlín con el hombre junto al que de momento quiero envejecer y que me hubiera gustado que fuera el padre de mis hijos que mi viente no puede engendrar. Tengo veintinueve años y soy joven como para escribir mis memorias, aunque mi vida y mi familia da para una saga de novelas. Antes de asentarme en la capital de Alemania con Rubén, entones mi novio y ahora marido he viajado por varios lugares del mundo buscándome a mi misma, seguramente en una huida hacia adelante renegando de la familia en la que nací. Entonces sabía que había algo en mi familia que me repugnaba.

Era ese aire de superioridad que se respiraba en el ambiente, de que todos los demás eran inferiores, que Dios y la historia nos habían puesto por encima de casi todos los demás. Por parte de madre procedo de una familia con título nobiliario y tierras, aunque los pinares que poseen nunca han valido demasiado. Las distintas disputas por las herencias han ido mermando los recursos e incluso hay algunas muertes en extrañas circunstancias.

Por parte de padre procedo de una familia burguesa de Castilla la Vieja. Se dicen liberales, pero mi padre tiene algunas de sus empresas divididas en otras más pequeñas para beneficiarse de subvenciones por ser PYME, aunque es uno delos mayores empresarios de la región y pincha y corta en varias organizaciones patronales y algún lobby, consigue contratos públicos y en general desvía dinero público a sus cuentas personales gracias a sus contactos en política.

Sus iniciales han aparecido en los documentos manuscritos que cierto contable de un partido político que está en la cárcel ha presentado ante un juez, aunque podrían no corresponder a él, claro, hay otros empresarios españoles afines a ese partido político, así que no podrían no ser suyas.

Estudié traducción e interpretación porque era lo más fácil. De niña estudié en un colegio de monjas en el que me enseñaban francés y la secundaría la estudié cerca de Friburgo, en Suiza, en una escuela bilingüe, de francés y además, aunque también enseñaban inglés. No os recomiendo estudiar fuera y después desear seguir con la enseñanza reglada, porque os ponen muchos problemas, que en mi caso fueron arreglados por Papa con ayuda de Don Dinero.

Perdí un año estudiando empresariales porque mi padre me lo exigió. Aprobé todas las asignaturas. Y me marche a vivir a Lausana, en Suiza. Harta de vivir en Suiza regresé a España  y comencé a estudiar traducción e interpretación, aprobando los tres cursos en dos años y medio. Seguramente partía con ventaja, porque tengo facilidad para los idiomas, hablando inglés, francés y alemán antes de matricularme. Ese año mi padre dejó de hablarme y me marche a vivir por mi cuenta.

Estuve de Erasmus en Colonia durante un semestre compartiendo piso con un estudiante de doctorado llamado Klaus que era mayor que yo y pasaba de mis fiestas alcohólicas y mis noches locas. También hice mis pinitos como modelo y empecé a salir con un futbolista profesional que iba a ser la revelación de la temporada, aunque fue el fiasco del siglo. Ahora parece que empieza a despuntar, después de varios años de calentar banquillo e intentar ganar la relevancia que no ha conseguido en el terreno de juego por otros méritos extradeportivos, y empezó a coquetear con la prensa rosa. Ese fue el momento en el que le mandé a freír espárragos. Protagonizamos un titular en la página diecisiete de un diario deportivo local y la historia no le he encontrado en Internet, por lo que respiro tranquila. 

Al regresar a España seguí con mi vida promiscua y alocada, viajando por el mundo de fiesta en fiesta. Me emparejaba con algún chico para sentir el subidón de adrenalina al ponerle los cuernos y hacía gamberradas sin tener muy claro el por qué.

En uno de esos momentos conocí a Rubén y algo en él me cautivó. Creo que fueron sus modales corteses, su ineptitud para expresarse en público y su mente privilegiada pero si tengo que destacar algo de él es su paciencia, sus grandes manos y su habilidad culinaria. Han sido cuatro años de compartir cosas y me siento culpable de haberlo sacado de su entorno y haberle traído conmigo, aunque él a aprovechado su estancia en Alemania para comenzar con el doctorado. 

Me encanta vivir con él y me gusta estar con su familia. Por eso hace unas tres horas que hemos llegado a la casa de su madre para pasar las Navidades. Ella siempre me ha tratado con respeto y aunque nuestros comienzos fueron un poco tensos nos costó poco adaptarnos la una a la otra, aunque ella me advirtió que tuviera cuidado de no hacer daño a su primogénito.

Mañana será un día maravilloso. Voy a tener una Nochebuena como la de las películas de sobremesa rodeada de gente que me quiere y a la que aprecio más que a mi famila. Puede que no pueda engendrar a mi propia familia, pero ya me ha adoptado una que me gusta más que la mía. No tiene títulos, ni tierras, ni dinero, ni son famosos, pero eso no me importa porque soy feliz.